Sobre una tabla, pelar los ajos y aplastarlos hasta obtener una masa homogénea.
En una sartén grande, agregar los 200 gr de mantequilla y colocar a fuego medio, esperando que se derrita lentamente.
Una vez la mantequilla haya comenzado a burbujear, agregar los langostinos previamente lavados junto con los ajos.
Ir salteando los ingredientes a medida que se vayan cocinando, esto con la intención de que los langostinos se cocinen perfectamente.
Lavar el perejil, eliminando cualquier residuo que pueda afectar el resultado final de la receta.
Picar el perejil en trozos diminutos, agregándolos al sartén una vez estén listos.
Añadir el zumo de limón y la sal al sartén, evitando el exceso para no perturbar su sabor. Si no se desea el gusto a limón, puede cambiarse por un toque de vinagre.
Remover constantemente todos los ingredientes dentro de la sartén para que se fusionen correctamente.
Una vez listos, apagar y dejar reposar con una tapa. Esto hará que su sabor se intensifique.
Retirar la sartén del fuego y servir inmediatamente, siempre mejor en caliente.
LANGOSTINOS AL AJILLO
Sobre una tabla, pelar los ajos y aplastarlos hasta obtener una masa homogénea.
En una sartén grande, agregar los 200 gr de mantequilla y colocar a fuego medio, esperando que se derrita lentamente.
Una vez la mantequilla haya comenzado a burbujear, agregar los langostinos previamente lavados junto con los ajos.
Ir salteando los ingredientes a medida que se vayan cocinando, esto con la intención de que los langostinos se cocinen perfectamente.
Lavar el perejil, eliminando cualquier residuo que pueda afectar el resultado final de la receta.
Picar el perejil en trozos diminutos, agregándolos al sartén una vez estén listos.
Añadir el zumo de limón y la sal al sartén, evitando el exceso para no perturbar su sabor. Si no se desea el gusto a limón, puede cambiarse por un toque de vinagre.
Remover constantemente todos los ingredientes dentro de la sartén para que se fusionen correctamente.
Una vez listos, apagar y dejar reposar con una tapa. Esto hará que su sabor se intensifique.
Retirar la sartén del fuego y servir inmediatamente, siempre mejor en caliente.