Comienza calentando una cacerola a fuego medio y añadiendo una generosa porción de mantequilla. Permite que se derrita completamente, luego incorpora ajo y cebolla finamente picados. El truco es sofreírlos durante aproximadamente 15 minutos, hasta que la cebolla esté completamente pochada y transparente.
Es el momento de añadir los langostinos limpios y pelados a la cacerola. Sella los langostinos a fuego medio durante unos 4 minutos, moviéndolos ocasionalmente. Luego, añade un buen chorro de vino blanco y deja que el alcohol se evapore mientras remueves suavemente.
Llega el momento de incorporar el arroz en tu mezcla. Remueve cuidadosamente para que cada grano se impregne con la mantequilla derretida y los sabores de los ingredientes anteriores.
En una olla aparte, calienta el caldo de pescado, evitando que hierva. Ve añadiendo cucharones de caldo caliente al arroz poco a poco, removiendo con frecuencia. Es importante que el arroz absorba el caldo de manera gradual, lo que contribuirá a la cremosidad del risotto. A medida que el arroz va cocinándose, ajusta la cantidad de caldo y sigue removiendo hasta que esté casi seco. Justo antes de que el arroz esté al dente, añade una pizca de pimienta negra, mantequilla adicional y queso parmesano rallado. Remueve enérgicamente para integrar todo y permitir que el risotto adquiera su textura final. Deja reposar tapado durante un par de minutos y sirve de inmediato para disfrutar de todo su sabor.